"Tener una VAGINA en República Dominicana es sinónimo de muerte".

 

"El jardín de las vaginas": Ilustración por Cristian Ortíz



Por Carmelina Labourt.

Digo esto, por la cantidad de mujeres asesinadas. No obstante, estas no son ultimadas por su condición de género, para categorizarlo bajo el término "feminicidio"... esas son premisas erróneas, atribuidas a conceptos prefabricados impuestos socialmente.

Es decir, la violencia perpetrada contra las mujeres, no está motivada porque los hombres las odian en sentido universal, sino más bien, esto ocurre por diferentes agentes causales producto de la violencia en la que está sumergida nuestro país, hasta al punto de convertirlo en un MARCO REFERENCIAL. Si bien es cierto, que la violencia no es exclusiva de un género, también lo es que, este flagelo tiene muchos rostros femeninos en forma de estadísticas.

A pesar de las intensas campañas de concienciación, los múltiples esfuerzos del Estado y sus instituciones por mitigar el impacto de estos indicadores. Esto no ha sido suficiente, porque la República Dominicana aumenta de forma alarmante la tasa de mujeres asesinadas, sentenciando a miles de víctimas bajo un ESTIGMA MORTAL.

El Estado como órgano supremo ejerce un poder de primer orden que está llamado a responder a la emergencia de estos crímenes; se requiere una respuesta articulada y coordinada al más alto nivel para atacar esta problemática que se extiende como una MALDITA PLAGA.

Carmelina Labourt 


Para mí es un tema vulnerable, me provoca sensibilidad e indignación. Primero, por mi condición de mujer, o simplemente cuando tengo que alzar mi voz sobre esto en mi rol de periodista y, porque me preocupa sobremanera, las cifras sangrientas cada año en torno a este flagelo que se ha convertido en un "Cáncer", haciendo METÁSTASIS en nuestra sociedad. Por tanto, merece ser extirpado de raíz. 

Aprendamos a identificar a estos trastornados, cavernícolas y narcisistas que se sienten muy "machitos" PORQUE TIENEN ALGO QUE LES CUELGA ENTRE LAS PIERNAS". De esos que se sienten seres superiores, que tienen la percepción errónea de que la mujer es objeto de su propiedad, incapaces de aceptar una ruptura amorosa. 

Estos potenciales homicidas están diseminados por todas partes y los vemos reflejados en perfiles psicológicos como el control obsesivo, celos enfermisos, amenazas de muerte, prohibiciones, cambios repentinos de humor, entre otras señales de alerta que pueden salvarnos a tiempo. Por muy enamoradas que estemos, por dependencia económica o emocional, no confundamos ni obviemos estos signos de alarma. 

No nos dejemos frenar por el MIEDO, sé que es un factor determinante o tal vez el que mayor peso emocional tiene cuando se trata de poner límites a una situación de maltrato. Pero créeme, no merecemos ocupar cementerios por esta causa.

El comportamiento social violento generalizado contra las mujeres, debe ser una preocupación nacional y provocar reacciones en el Estado dominicano. Más allá de contabilizar muertes, necesitamos registrar estos fenómenos sociales para estudiarlos y enfrentarlos con la dureza que se amerita. 

Estamos HASTIADOS HASTA LA SACIEDAD de discursos, promesas, improvisaciones e indiferencia frente a estos sucesos. La sociedad debe estar en actitud de alerta y movilización permanente hasta obtener una respuesta efectiva de las autoridades, en cuanto a la prevención, atención y sanción de la violencia generada contra las mujeres.

Todo parece indicar, que LAS INSTANCIAS DE PODER no han encontrado el antídoto. Porque la sangre de las mujeres salpica como en un matadero, esto es una carnicería humana. Me aterra la normalidad con la que estamos asumiendo este fenómeno social, esto es una EMERGENCIA NACIONAL.

Estamos frente a un Sistema Judicial flexible, obsoleto y que debe ser reformado con carácter de urgencia, para que hechos de esta naturaleza no sigan repitiéndose. Por consiguiente, es de vital importancia reforzar los valores familiares, por ser la institución social por excelencia donde se forma al individuo, evitando así patrones conductuales violentos. Porque cuando una mujer es asesinada víctima de esta problemática social, no solo enluta a una familia o deja niños en la orfandad, también lacera el alma de la sociedad.

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